El Karate-Do es un camino de superación personal y como tal hay que despojarse (al menos dentro del Dojo) de los malos pensamientos, acciones y actitudes, de nuestro ego. Pensando siempre en una práctica limpia, honorable y sana.
La práctica del Karate-Do no se refiere tan sólo al desarrollo técnico y táctico, al acondicionamiento físico, al estudio de
los katas y al combate real o deportivo. También debe ir de la mano del desarrollo viviencial de la parte humana y la parte espiritual y el crecimiento como personas.
Para lograr esto, el Karate-Do posee principios y objetivos comunes para el crecimiento
de sus alumnos: respeto, justicia, armonía y esfuerzo son los primordiales.
Estos principios fundamentales son acordes al código samurái del Bushido, estos son:
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La Rectitud: ser capaz de
tomar una decisión sin vacilar. Ser justo y objetivo en toda circunstancia.
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El Coraje: afrontar el reto
de tomar decisiones.
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La Bondad: ser magnánimo,
paciente y tolerante.
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La Cortesía: el respeto y
las buenas maneras del comportamiento.
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El Desprendimiento: actuar
desinteresadamente, sin egoísmos y generosamente.
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La Sinceridad: decir
siempre la verdad, defender ésta, y ser fiel a la palabra dada.
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El Honor: aprecio y defensa
de la dignidad propia.
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La Modestia: no ser
soberbio ni vanidoso.
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La Lealtad: no traicionar a
nadie, ni a uno mismo. Ser fiel a las propias convicciones.
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El Autodominio: tener
control sobre los actos, emociones y palabras.
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La Amistad: entregarse en
un todo. Saber compartir y ayudar.
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La Integridad: tratar a
todos por igual, defender los principios, y ser fiel a los compromisos.
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Generosidad: dar sin pedir
nada a cambio.
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Imparcialidad: emitir
juicios de acuerdo a la verdad.
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Paciencia: es tolerar lo
intolerable.
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Serenidad: control de los
impulsos ante conflictos y dificultades.
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Autoconfianza: creer en uno
mismo.
La competencia del Karate-Do:
La faz deportiva del karate está representada básicamente por dos pilares: Kata (formas) y Kumite (combate).